Ya que Entusiasmo se ha ido de vacaciones, Energía sigue derrochando su sobrenombre por el mundo y yo también me voy de vacaciones mañana (por cierto, por si a alguien no se lo había dicho y repetido hasta la saciedad, me voy a Estambul, yuhuuuu), creo que voy a asumir yo la responsabilidad de refrescar este blog, antes de que Entusiasmo nos riña por vaguear.
La idea de meternos en el mundo blogger surgió, como muchos amores de película, en el verano. Más concretamente, en una de las primeras noches de fiesta en la que Entusiasmo, Alegría, Cristina y una servidora, hacían un precalentamiento juerguil de lo que vendría a continuación. Y así, copa va, copa viene (conste que algunas nos plantamos a la tercera), surgió la idea de hacer un contrablog de la bitácora ‘Con alegría e ilusión’. ¿Por qué suelto este rollo?, pues porque haciendo un repaso a todos los post que se han ido plasmando aquí a lo largo de estos dos meses, se aprecian unas buenas vibraciones que, o mucho me equivoco, o son el efecto secundario del verano, con su calor y sus salidas nocturnas (y ahí he de reconocer que Entusiasmo y Energía han hecho un gran trabajo de campo).
Pero, como dirían dos de camisa blanca y chaleco rojo, ‘El final del verano llegó’, y una se pregunta ‘¿ahora qué?’ Sinceramente, espero que a las otras autoras de este blog no les pase como a mí porque, si no, esto se puede convertir en un paño de lágrimas. Sí, lo reconozco, odio el invierno, el frío, la lluvia y que se haga noche rápido. Y sí, lo reconozco, me encanta el verano con su calor y sus playas llenas de turistas. Por eso, cada vez que llega esta época pienso que el animal al que más me gustaría parecerme es al oso (bueno, a la osa, no es cuestión de cambiar de sexo porque llegue el frío). No me negará nadie que la idea de pasarse todo el invierno durmiendo, no es atractiva. Es más, creo que me gustaría ser osa todo el año. Te pasas todo el verano comiendo, tomando el sol, sin preocuparte, claro está, por los michelines ni mucho menos por la depilación, porque para estos plantígrados el pelo debe ser hasta sexy. Luego llega el invierno, y con el estómago bien lleno y las reservas hasta arriba, te echas a dormir, panza arriba (o panza abajo) y ¡ahí me las den todas! ¡Que pase el puñetero invierno que a mí no me importa! Con la llegada de la primavera o del verano (no conozco tanto las costumbres de los osos), te vuelves a despertar con un tipín de no haber comido en meses, que ríete tú de la operación biquini.
Si es que, estos osos sí que se lo saben montar. Pero bueno, como a una no le va a quedar otro remedio que seguir madrugando todos los fríos días de invierno, espero que poder guardar un poco de optimismo para seguir escribiendo por aquí. Y si no, estoy segura que tanto Entusiasmo como Energía, derrocharán la gracia suficiente para contrarrestar mi pesimismo. Es más, igual me inspiro para escribir por qué a veces me gustaría ser avestruz y enterrar la cabeza.