Eso me ha dado la oportunidad de repasar mi e-correspondencia personal de los últimos ¡seis años! Está guardado todo, o casi todo, no voy a guardar las 34.598 presentaciones de Power Point con los consejos del Dalai Lama que me han llegado a lo largo de este tiempo.
Me cuesta eliminar mensajes personales, aunque tengan una línea, porque son el recuerdo de mí y de mi vida, de mis amigos y de mis pensamientos en un momento determinado. Sin embargo, he de confesar que en un arrebato de enfado, de tristeza o sensatez, elimino conversaciones y correos sin piedad ninguna.
Mis conclusiones... como de costumbre, muy vagas y sometidas a tantos cambios según mi estado de ánimo que no sé si sirven de mucho, quizá una mezcla de "el tiempo pasa volando" con "hace tantísimo tiempo que parece que esa persona que escribe no soy yo", unido con "a veces no nos damos cuenta de lo importante que son determinadas personas (amigos, familia) en nuestra vida" y "en el fondo, ¿para qué quiero este montón de morralla?
Una excusa para una foto de George Clooney
Son sólo bits o bytes, o fotones, yo que sé. Pero son como... ¿habéis visto la peli Up in the Air? Me encantó lo de la mochila. No era una peli para ganar el Óscar, pero, en fin, tampoco lo era En Tierra Hostil (la gran perdedora fue Malditos Bastardos, muchísimo mejor que la ganadora y, sin duda, que Avatar). Pero la película tiene sus momentos y el símil de la mochila me parece muy acertado.En este caso, todos esos correos electrónicos, archivos de Internet y páginas en favotiros son lo mismo que el montón de libros, fotografías, ropa y cosas varias que vas acumulando. Luego no te caben en la maleta cuando quieres coger un avión para una isla tropical (canaria) y te acaban perdiendo el equipaje en el aeropuerto y al final llega antes que tú al Hierro... Bueno, estoy divagando.
En este caso, los correos no ocupan un espacio físico, sino mental. Llega un momento que hay que hacer limpieza, supongo, pero me resulta difícil deshacerme de ellos.
Borrar o no borrar, esa es la cuestión.